¡LOS SUEÑOS SIGUEN VIVOS! UN NUEVO CAPÍTULO EN CHOCÓ CON TODOS SUS CUADERNOS

¡LOS SUEÑOS SIGUEN VIVOS! UN NUEVO CAPÍTULO EN CHOCÓ CON TODOS SUS CUADERNOS

Por Klaus Rey, creador de Chocó con todos sus cuadernos

Creemos que en todo Quibdó hay miles de niños que, cuando reciban los cuadernos y los lápices de Chocó con todos sus cuadernos, iniciarán a contar una mejor historia, la serie de nuestro futuro. A eso le apostamos. 

 

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LA COMUNA 1 EN QUIBDÓ

En la serie que cuenta cuándo la violencia se tomó al Chocó, iniciamos a ver efectos que eran totalmente desconocidos para nosotros como habitantes de este departamento. Confieso que palabras como homicidios o extorsión me ha tocado googlearlas para no cometer errores de ortografía, porque cuando aprendí a leer y a escribir, cuando aprendí de geografía, de ciencias, de química orgánica e inorgánica, incluso, años después que aprendí de diseño geométrico de vías, hidráulica de canales o estructuras, no tenía relación con estas grafías.

De un tiempo hacia acá, se ha vuelto común escucharlas en medios de comunicación, redes sociales. Pero es distinto cuando una madre debe conjugar estas palabras, o sus sinónimos en tiempo y espacios, y donde el articulo o el sujeto es su propio hijo. Ésta ha sido la realidad que viven muchas madres en el Quibdó, y en particular en la Comuna 1 o como le conocemos: la zona norte.

Allá donde crecí y donde tuve las temporadas más felices de la niñez.  Aunque vivía con mis padres en el centro de la ciudad, la casa de mi abuela era mi lugar favorito y ella vivía en la Comuna 1.

En la Comuna 1, los barrios se han consolidados a una velocidad muy alta, en parte por la desatención estatal al conflicto armado, que trajo consigo desplazamiento hacia este lugar. En búsqueda de tranquilidad y paz, esta zona ofreció a muchas personas la oportunidad de organizar una casa e iniciar una historia distinta. Con el pasar del tiempo, y aprovechándose de las necesidades, la pobreza, la incapacidad del Estado de reparar o de generar condiciones a la velocidad que exigía el conflicto, se establecieron dinámicas violentas que han visto en nuestros adolescentes y jóvenes esa cantera de soldados que deben renunciar a los sueños por la necesidad de llevar pan a la casa.

Esta situación ha profundizando disputas por el control del territorio, ha instituido que los combos, grupos, bandas o pandillas sean a la vez algo más que simples grupos dedicados a prácticas ilegales.

Los niños son los más vulnerables a unirse a estos combos, pues los chicos encuentran en ellos la sensación de familia, protección, respaldo y hermandad.  Así lo indica la exposición Exporenacientes, presentada en la Universidad Tecnológica del Chocó. De hecho, esa misma institución, que acoje a todos aquellos que quieren un mejor futuro, es la misma institución en donde nació Choco con todos sus cuadernos, con su propósito, justamente, de darle herramientas a estos chicos para evitar que caigan en estas organizaciones ilegales.

 

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EL ORGIEN DE CHOCÓ CON TODOS SUS CUADERNOS

Así como en una película o serie hacen una retrospectiva para explicar de dónde vino algo, eso haré ahora para contarles sobre el origen de Chocó con todos sus cuadernos. 

Chocó con todos sus cuadernos es una iniciativa que acaba de cumplir 11 años. Nació con un estado de Facebook que decía: “¿Quién quiere trabajar por una sonrisa de los niños?”. Luego vino una reunión de siete estudiantes en la cafetería de la Universidad Tecnológica del Chocó, con quienes iniciamos el sueño de hacer algo por la niñez. No le pusimos nombre, firmábamos como grupo juvenil y ya, sin apellido o respaldo, y así conseguimos 200 kits escolares.

Una vez empezamos a repartirlos se regó la voz y llegaron niños de otros barrios. Y,  aunque nos quedamos cortos, sentimos algo muy positivo: los niños querían kit escolares y creíamos que si nosotros seguíamos haciendo eso, menos niños se iban a quedar sin estudiar, menos niños serian vulnerables y más niños llegaría allá donde estábamos nosotros: a la universidad.

Así que nos propusimos hacer otra versión y le pusimos Quibdó con todos sus cuadernos. En esa segunda entrega nos metimos en un sector en el que había unos habitantes de un barrio cuyas viviendas se habían quemado años atrás. Vivían en los albergues todavía, a la espera del apoyo del gobierno. Ahí estaban ellos con sus niños, que nacieron ahí, y ahí estábamos nosotros con lúdica, payasos, kits escolares y un rico helado.

Poco a poco, pasamos a otros municipios y decidimos cambiar el nombre a Chocó con todos sus cuadernos. Automáticamente se nos crecieron todos los problemas, pero también llegaron aliados, como Detonante, hasta el punto que ya llevamos más de 40 mil kits escolares repartidos en 14 municipios.

 

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LA ENTREGA DE 146 KITS ESCOLARES: LOS SUEÑOS SIGUEN VIVOS

El pasado jueves 5 de mayo, junto con el equipo de Chocó con todos sus cuadernos y Detonante, agarramos los cuadernos y tomamos rumbo hacia la escuela que está ubicada en un sector de la Comuna 1 donde hay incidencias de violencia muy fuertes. Muchos de los homicidios que se han dado en la ciudad en los últimos meses son de esos alrededores.

A mí me ha tocado ver a chicos de ese sector que querían ser parte de la banda, que quieren tener algo (por ejemplo un arma) con qué defenderse, defender a su combo, pues el combo se convierte en su familia. Ahí sienten que son importantes y que alguien cuenta con ellos. Estas sensaciones y percepciones son captadas con facilidad por los niños que absorben y adaptan sus actitudes y comportamientos, los torna inseguros, prevenidos, agresivos, posesivos y hasta groseros.

Sus primeras muestras de violencias las sufren los amiguitos, luego en la casa y en la escuela… los amiguitos no tienen la capacidad de corregirles, en las casas, por lo general, no hay nadie para corregirles; papá se fue y mamá está en el rebusque. En la institución educativa corregirles es un problema, así que nadie les corrige.

Por esta razón, creíamos que los niños que íbamos a encontrar llegarían con toda esa carga negativa, la grosería y la rebeldía. Pero, ¡la sorpresa fue otra! La primera imagen que vimos fue la de 100 niños que parecían mil, que se habían tomado las instalaciones, anarquía total, de un lado para otro jugando. Sin embargo, solo con la orden de los docentes, en pocos segundos, todos estaban en sus puestos.  

Entonces, la pelota quedó en nuestra cancha, ahora era nuestro turno de interactuar con ellos: “¿Buenos días amiguitos cómo están?” preguntamos, a lo que ellos muy contentos  respondieron: “Muy bien”. “¿Qué quieren ser cuando sean grandes: médico, científico, futbolista, doctora?” seguimos, “¿Quién es el que le gusta pegarles a los amiguitos?”

Recorrimos emocionados seis salones en la escuela. Los niños esperaban con ansias esos cuadernos y colores para sacarle todo el gusto. Durante todo el rato los niños fueron ordenados, decentes, activos, propositivos, soñadores e inspiradores. ¡Repartimos 146 kits!

Para nosotros, que nos hemos enamorado del Chocó y de su gente, que buscamos la manera para poder llegar a las viviendas de las personas más humildes a decirles: No pierdan la fe, aquí está esta herramienta, dígale a su niño, a su niña que vaya a la escuela, que nosotros queremos que aprenda a sumar y a multiplicar para que más adelante nos ayude a dividir los problemas y a simplificar las soluciones.

Nos duele ver cómo, poco a poco, ese sentimiento de lucha y resiliencia que tenía el chocoano se ha venido perdiendo. Ya son muchos los que han renunciado a seguir intentado y otros quieren salir lo más rápido de aquí. Ante este panorama la desmotivación, la desilusión y otras sensaciones frustrantes nos envuelve. Es imposible decir que no nos afecta, lástima y lástima más cuando son personas cercanas quien te alientan a que nos retiremos de esta labor, como si insinuaran que debemos acomodarnos dentro de lo que ya hemos identificado como el problema.

 De todas formas, llegar a la escuela y encontrar estos niños con sus sueños a los que ahora podrán echarles color y compartirlos con los papitos, nos llena de esperanza. Seguramente serán ellos los que volverán a contagiar de alegría a nuestros paisanos. ¿Saben? Nosotros salimos contentos porque creemos que en esa comuna, y en todo Quibdó, hay más niños a los que, cuando les entreguemos los cuadernos y los lápices, iniciaran a contar una mejor historia, la serie de nuestro futuro.     

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