“SI LA GENTE ESCUCHARA CONSEJOS, NO EXISTIRÍA LA EXPERIENCIA”

“SI LA GENTE ESCUCHARA CONSEJOS, NO EXISTIRÍA LA EXPERIENCIA”


Entrevista a Julián Quintero sobre el uso de la psilocibina para tratar la depresión. 



Por: Laura Matallana y Natalia Otero


Hablamos con Julián Quintero, director de Acción Técnica Social, una entidad sin ánimo de lucro que promueve en su misión: “Estimular a la sociedad para acabar con la adicción de los Estados a la guerra contra las drogas. Promover los derechos humanos de las personas que consumen sustancias psicoactivas desde un enfoque de prevención y reducción de riesgos y daños. Trabajar con ellas, sus redes y entornos de apoyo, a través de alianzas con el Estado, agentes privados, cooperación internacional y activistas. Y buscar el cambio de las políticas de drogas”. Es así como se convirtió en gestor, entre otros, del proyecto Échele cabeza cuando se dé en la cabeza, que lleva más de 15 años trabajando por la reducción de riesgos en el consumo de sustancias psicoactivas en distintos escenarios del co-habitar humano. Quisimos preguntarle, y a quién mejor que a él, por las obstrucciones que encuentran los científicos al querer hacer estudios y experimentar con las habilidades curativas de moléculas que han sido legalmente estigmatizadas desde hace décadas en el contexto legal e institucional colombiano. También conversamos sobre los riesgos de un consumo no regulado y por fuera de contextos óptimos, así como de los aspectos ritualísticos y los protocolos de investigación como paralelos en dos de las formas de aproximarse al consumo. Finalmente nos contó su opinión sobre la autorregulación y cómo interviene la naturaleza humana allí.

 

 

Julian, Psilocibina 

Hola Julián, en primer lugar cuéntanos cuáles son las regulaciones existentes sobre la psilocibina en Colombia.

Julián: En Colombia el marco legal para hacer investigación con sustancias controladas existe para las universidades. Cualquier universidad en Colombia puede solicitar los permisos de investigación al Fondo Nacional de Estupefacientes, al Ministerio de Salud y hacer el procedimiento. Lo que es complejo es el trámite burocrático, el tiempo que demora y el costo que tiene. Conseguir un gramo de psilocibina legal en cristal puede alcanzar para hacer muchas investigaciones porque si vas a trabajar con peces o con ratas, que es donde empieza la investigación, la dosis va a ser mínima, pero puede valer entre cinco y siete millones de pesos dependiendo de dónde se compre. Desde la universidad los Andes y también desde la UIS llevan dos años intentando hacer el trámite y ya casi lo van a lograr, pero se tarda mucho, pues está asociado al prejuicio moral del prohibicionismo. Los encargados de dar esos permisos temen mucho ser investigados por una entidad de control.

Lo segundo es que frente a esta prohibición de facto, las personas que están avanzando en el tema trabajan sobre todo en el escenario de las terapias más que en el de la investigación. Utilizando los resultados y los hallazgos de los lugares donde se ha hecho investigación, así como los protocolos que han generado alto grado de efectividad y que están disponibles de manera libre en muchas bibliotecas. MAPS por ejemplo se ha caracterizado por dar a conocer unos protocolos de manera gratuita o formar gente para que lo haga, entre muchos otros.


Estas prácticas terminan sucediendo en el escenario de la ilegalidad, y por ello los riesgos aumentan a todo nivel: la calidad de la sustancia que se adquiere, la dosificación, la preparación del terapeuta, la preparación del paciente (saber si es apto para las terapias asistidas con psicodélicos). Hay que entender que las sustancias deben ser coadyuvantes de terapias guiadas muy bien hechas. 


En el momento en el que los colegios o las entidades que controlan a los psicólogos o psiquiatras se enteren, podría peligrar su tarjeta profesional, serían denunciados ante un comité de ética. Si un paciente no se siente satisfecho y los denuncia, no tendrán cómo defenderse. Entonces estas terapias terminan siendo una posibilidad solo para ciertas élites que las pueden pagar.


¿Cómo lees el panorama y la dicotomía de un país en el que proliferan los hongos y no se pueden aprovechar legalmente, pero donde igual se están llevando a cabo estas terapias en la ilegalidad?

J: Lo primero que hay que entender es que los hongos en Colombia no están prohibidos en su estado vegetal porque crecen silvestremente y porque su contenido de psilocibina es tan mínimo que, para la institucionalidad, judicializar a alguien por su posesión es un problema: no lograrían demostrar una cantidad de psilocibina para abrir un juicio penal. Entonces lo que está prohibido en Colombia es la psilocibina y sus hermanos, su componente activo en cristal, que está referenciado en las listas de control de las Naciones Unidas como sustancia prohibida. 


Lo segundo es cómo gestionamos esta contradicción entre la prohibición y la regulación. A mí me gusta que la contradicción esté existiendo porque es clave en un proceso de tránsito y de cambio. Por eso en este momento encontramos grandes contradicciones en políticas de drogas. 


Este fin de semana, en una fiesta, todo el mundo decía: ¿cómo es que en la entrada quitan las drogas pero adentro están ustedes analizándolas? Sí, antes se las quitaban y adentro ni siquiera estábamos nosotros y esa era la única opción y nadie chistaba. Hoy en día tenemos la contradicción: afuera en la puerta hay prohibicionismo y adentro hay regulación y salud pública. 


¿De dónde vendría entonces el cambio de paradigma al que te refieres?

J: El redescubrimiento de los psicodélicos a partir del beneficio que han generado en la práctica recreativa en Estados Unidos y Europa logró que se vayan desmontando restricciones para el estudio y la investigación. Y es que cuando la gente empezó a acercarse a los hongos, a la ketamina y al LSD dijeron: “oiga yo tenía tal patología y ahora no la siento”, que es exactamente lo que pasó con el cannabis hace treinta años cuando personas con tumores un día dijeron: “si me voy a morir me voy a poner a fumar marihuana”, cuando de un momento a otro el THC con sus cualidades antitumorales se los redujo, y así fue como la ciencia dijo: “¡estudiemos esto!” 


Entonces hemos perdido el miedo a explorar tanto desde la ciencia como desde los usuarios. Se ha venido sistematizando, pero también hay un riesgo: está de moda. Lamentablemente muchas personas que han intentado durante años resolver sus problemas de depresión con mil tratamientos, terapias o pastillas un día escucharon que era con psilocibina y de pronto no les sirve y van a empezar abusar y por el desespero pueden terminar en manos de un estafador. 


Me preocupa mucho el uso recreativo de los hongos en ámbitos de fiesta. La moda reduce la percepción de riesgo, la seguridad, el objetivo, la intencionalidad, y hay personas que si no tienen cuidado pueden terminar más dañadas de lo que estén.


Si entonces quitamos la “prohibición en la puerta” y se empieza integrar, ¿crees que sea posible no solamente llevar la psilocibina hacia los laboratorios y la parte legal sino hacia la sanación?

J: Sin lugar a dudas debe haber un encuentro entre las dos maneras de utilizar las medicinas que nos da la naturaleza. 


La institucionalidad y la medicina occidental tradicional han sido muy reacias a reconocer los saberes ancestrales. No solamente desde su rigurosidad científica sino también desde una perspectiva ética-comercial-moralista compleja que no quieren reconocer. 200 millones de personas en el mundo están diagnosticadas con depresión, y las grandes farmacéuticas han invertido más de mil millones de dólares en los últimos 20 años para encontrar un medicamento. Y vienen unos hongos de la mierda de una vaca a resolver ese problema de una manera autodidacta y los laboratorios entran en pánico. Se van a resistir de mil maneras poco sanctas como lo sabe hacer la industria farmacéutica: van a utilizar toda su artillería de dinero, política y corrupción para detener esto, para querer patentar y para querer controlar. Pero este cambio va a ser generacional, los nuevos estudiantes de medicina, enfermeros, científicos están diciendo: “hay que reencontrarnos con la naturaleza, hay que reencontrarnos con el saber”.  


Yo trabajo en la Subsecretaría de participación y servicio a la ciudadanía con poblaciones tradicionalmente excluidas y segregadas. Allí unas compañeras que trabajan con saberes ancestrales han logrado encontrarse con taitas, médicos tradicionales, médicos de las negritudes y han empezado a tomar esos protocolos tal como se hizo con las parteras. Hace veinte años las perseguían, las querían meter a la cárcel y hoy en día la mayoría de las secretarías de salud en el país tienen programas que reconocen profundamente su trabajo. Lo mismo está pasando con el tema de las sustancias. 


¿Cuáles son las cosas positivas que se sabe trae el consumo de la psilocibina?

J: Los efectos que reporta la gente en el consumo recreativo son: comprensión, calma, reconocimiento de lo que se está viviendo. Después de haber tenido una sensación físico-biológica en la que la percepción, los colores, los movimientos se alteraban, les permitió sentir que hacen parte del mundo, que se integran con el universo. La metáfora de las raíces del árbol de Ávatar que se meten y se conectan con las personas les funciona mucho. Después de la experiencia que a veces es dura, traumática, intensa, llega mucha paz, mucha tranquilidad. Entonces reduce la ansiedad que produce el miedo, que termina derivando en crisis, que hace que nos cerremos a vivir. 


Parece que es un viaje muy religioso. Pasar de estar dividido de la unidad y en victimización, y luego verse y no tener más que reconocer la rendición y soltar y conectarse. 

J: Lo que hacen los hongos es eso: suprimir el ego al máximo, te abres y lo sueltas. Los enteógenos suelen ser psicodélicos, pero no necesariamente los psicodélicos suelen ser enteógenos. Teos = Dios, adentro. Eso quiere decir “el Dios adentro”. Por eso se sugiere que el consumo de enteógenos se dé en un contexto ritual, que implica un antes, durante y después. Y ante todo un guía. 


Ver cómo traen a una persona de un mal viaje de yagé con una pringamosa dándole una pela es ver el dominio del chamán sobre la sustancia, el poder, la sabiduría. 


Y en ese sentido, ¿cuáles son las partes clave del ritual que se deberían tener en cuenta? desde la dosis, hasta quién lo guía, la duración…

J: Ya el ritual de un protocolo de asistencia terapéutica existe. Tiene un antes muy largo con acompañamiento de un profesional, de identificar un trauma, unas condiciones de salud física, de salud mental. Y usualmente para que una persona califique como paciente de un ritual psicodélico se necesitan varias terapias previas con un terapeuta. 


Está después la terapia, allí se decide cómo se lleva, si es de microdosis, de dosis medias, de dosis altas. Es preferible que se tengan primero unas sesiones de exploración en dosis muy bajas para poderlo entender y para poderlo conocer. El tema de las dosis es muy importante. Se pueden pasar por la página Échele Cabeza para aprender de dosis altas, dosis medias, dosis bajas, dosis secas, dosis húmedas. 


Y finalmente está el después. Estar dispuestos a un monitoreo durante las dos semanas que siguen. En ocasiones después de experiencias tan emocionales y tan intensas puede haber un cuadro depresivo a los dos o tres días. Lo que conocemos como bajón.


Cuando es una dosis de uso recreativo es bueno preguntarle a la familia si hay antecedentes de enfermedades mentales en primera o segunda línea de consanguinidad, cuál podría ser el objetivo de la experiencia, no hacerlo solo o en situaciones donde puede haber un alto riesgo, que se le reporte a alguien lo que está sucediendo.


Las recomendaciones básicas de la reducción del daño son: saber qué es lo que te vas a meter, no hacer mezclas, cuidar la alimentación, la dosificación, la hidratación. Y por supuesto cómo se detecta una crisis, cuáles son los síntomas físicos, cuáles son los síntomas mentales, para poder acudir a alguien en caso de emergencia. 


¿Cuál sería entonces el contexto ideal para consumir hongos?

J: Lo ideal es estar en espacios controlados, donde los estímulos y el entorno (setting) sean manejables, donde la dosificación sea clara. El alto nivel de alteración de la percepción del mundo que genera el hongo puede distorsionar la comprensión del momento y conducir a una mala experiencia. Las cualidades psicodélicas y enteógenas de la psilocibina están orientadas a reducir las barreras de interacción con el entorno. Por eso es ideal para los tratamientos. Lo que tendríamos que entender es que la psilocibina y el MDMA no te curan la enfermedad mental, lo que hacen es que te permiten abrir y quitar las barreras de tu trauma, y ahí el psicólogo o el psiquiatra empieza a sacarlo para que lo explores. Por eso se llama coadyuvante. 


Hay que cuidar la dosis porque una dosis alta da taquicardia, la taquicardia da miedo, el miedo da crisis y la crisis malviaja. Una cosa es ver que el árbol cambia de colores y se mueve y otra cosa es ver el árbol derretido que te va a aplastar. Si modulas la dosis te sientes integrado, respiras, puedes entender las razones por las que viene la ansiedad y disminuyen tus barreras de interacción con la sociedad, pierdes el miedo, estás más tranquilo y ya. Ese es el viaje de hongos. En la mitad de eso está el psicólogo o el psiquiatra, el psiconauta, el chamán, el terapeuta, el amigo, la novia, que te dice: ¿y qué tal?, ¿qué más te hizo ver?, ¿quieres hablar de algo? y ayudarte en la parte más terapéutica. 


¿Tú crees que todos tenemos la capacidad de regularnos o deberíamos trabajar en una capacidad de regularnos? 

J: El consumo de sustancias psicoactivas en principio tiene como objetivo facilitar la socialización, y en ese sentido la mayoría de las sustancias se consumen en colectivo, para disminuir las barreras de interacción y para aumentar los sentidos de la percepción con los otros. Ya no es un tema de autorregularme yo como individuo sino de autorregular un conjunto de personas que son las que muchas veces terminan presionando para que uno tome malas decisiones.


Lo segundo es que yo creo que a los seres humanos, a la mayoría, nos gusta vivir la experiencia del exceso para sentirnos humanos. Si la gente escuchara consejos no existiría la experiencia. Aunque a las personas se les haga un llamado hacia la autorregulación, llega un momento donde no quieren detenerse de manera autónoma sino que quieren que la misma experiencia los detenga.


Pero también está el otro lado: no me di cuenta de por qué me excedí. Queremos evitar que las personas tomen decisiones o que vivan experiencias a partir de su desconocimiento de la experiencia y vemos dos variables de por qué razón una persona o un contexto no se puede autorregular: por desconocimiento de la experiencia (dosis, contexto, entorno) o porque fue una decisión irresponsable.


Mi lucha es por que se regule el uso y la investigación para que salga de lo underground, donde es tan peligroso. Pero ante todo para que se pueda democratizar el acceso a este tipo de terapias para personas y comunidades enteras que en Colombia necesitan de manera urgente sanar los traumas de la violencia y la pobreza que hacen que tengamos tanto resentimiento y odio. Este tipo de sustancias son para sanar. 

2 comments

No hay peor sordo que el que….
Todos finalmente terminan adictos.
El que nació rayado vivirá rayado y todas estas sustancias bien dicho, no lo van a curar. Solo son una excusa de los ya consumidores y los no consumidores para seguir metiendo cosas raras. La psicología no debe meterse con uso de sustancias si lo hace no es tan buen psicólogo y el cuento ancestral no garantiza nada, solo es otra excusa para darle aprobación, hay que evolucionar hacia el autoconocimiento sin sustancias pues finalmente crean dependencia degenerativa.

Juan February 14, 2024

Totalmente de acuerdo, lo primero qué se me vino a la cabeza cuándo salió la noticia de psilocybina de laboratorio fue “qué m** ? La madre naturaleza nos da todo!!! Y lo quieren monetizar, esto viene de generación en generación en comunidades indígenas y ahora que salió a la luz también la quieren cag*r

Paula Moyano December 02, 2022

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