ARETES Y COLLARES DE CHOCÓ TIERRA MÍA

ARETES Y COLLARES DE CHOCÓ TIERRA MÍA

Por Mauricio Ochoa

Bastaron 50.000 pesos para que Victoria Gómez Mena arrancara con su sueño: contar las maravillas que tiene el Chocó por medio de accesorios.  

“El infierno sí existe y es en el Chocó” titularon el artículo. Las reacciones en contra no se hicieron esperar. Un intrépido joven de la región decidió alzar la voz. Acudió a la psicología inversa. Tomó apartes en los que el autor hablaba negativamente del departamento para darle un resignificado positivo.  

Al argumento de que hacía mucho calor y la humedad era palpable, el muchacho respondió, por ejemplo, que en esa maravillosa tierra el calor más intenso, era el humano, y que desde allí le enviaban un abrazo caluroso. 

Su reacción impresionó a Victoria Gómez Mena, quien para ese entonces estudiaba diseño gráfico en la Universidad Antonio Nariño en Bogotá, ciudad a la que se trasladó luego de cursar su bachillerato en Quibdó. 

En esa institución académica se había convertido, sin quererlo, en un referente. En su clase, conformada por 40 estudiantes, solo dos personas eran afrodescendientes, razón por la que constantemente era consultada para que explicara las cosas que sucedían en esa región. 

No podía guardar silencio ante lo que estaba ocurriendo. Se percató que la desinformación, atizada por los propios medios de comunicación, era una de las razones para que Chocó tuviera tan mala percepción. 

“Lo que realmente sucedía en regiones como en la mía, la gente del interior no tenía forma de corroborarlo, por lo que, en últimas, no se sabía si era cierto o no lo que se difundía. Noté que había mucho desconocimiento sobre nuestra forma de vida, tradiciones y costumbres”, expresó Victoria. 

Decidió manifestarse involucrando en todos los trabajos que le dejaban en la universidad “lo bonito de Chocó”. De esta forma, podría empezar a cambiar desde la academia, los prejuicios y la estigmatización que había sobre ese hermoso territorio. 

“Siempre me ha gustado hacer accesorios, desde que estaba en la escuela los elaboraba, entonces decidí juntar esas dos cosas”, sostuvo.

 

Alzó vuelo 

Con 50.000 pesos mandó a hacer unos pequeños mapas de Chocó en metacrilato (plástico). Transcurría el mes de marzo de 2015. La Semana Santa se aproximaba. 

“Con los mapas elaboré aretes y collares. Eran una cosa muy básica, pero a mis tías les gustaron y me los compraron. Los usaban mucho”, señaló. 

De regreso a Quibdó para la pascua, Victoria se llevó un par de estos accesorios. “Mucha gente me preguntaba qué era eso y me decían que yo cómo iba andar con un mapa colgando. Me di cuenta que el problema no solo era externo sobre cómo nos veían los demás, sino mucho más profundo: cómo nos veíamos nosotros mismos”, apuntó. 

Siempre que alguien le preguntaba sobre sus aretes, les contaba lo que significaba Chocó para ella. Entendió que los accesorios eran una puerta de entrada para contar historias y dar a conocer las bondades de su región. 

Un día esta joven de 29 años se aventuró a ir a ofrecer sus accesorios a By Goyo, el salón de belleza que tiene la cantante de Chocquibtown en Bogotá. La diseñadora de modas Lía Samantha, quien en ese momento trabajaba allí, la atendió. “Le gustaron mucho y decidieron exhibirlos. De hecho, ese fue el primer lugar donde vendí”, recordó.

Las puertas comenzaron a abrirse para Victoria y su emprendimiento, pues a ese lugar acudía mucha gente. “Algunos me hacían sugerencias y con el tiempo, las cosas fueron cambiando. Dejé la forma básica de hacer los aretes e inicié a hacer unos en madera, a los que les agregué el toque que les hacía falta: pintarlos a mano y añadirles texturas”, comentó.  

Paisajes, siluetas de mujeres, simbología de la región con los colores de la bandera del departamento y de Quibdó, así como representaciones de la cultura afro y pacífica, son algunas de las temáticas que Victoria plasma ahora en sus obras. 

Su gama de productos también se ha ampliado. A los aretes y collares, hechos en metacrilato, madera y metales, les sumó copas, vasos, camisetas y gorras con diseños relacionados a la cultura afro, al departamento del Chocó y al continente africano. Los comercializa a través de Facebook, Instagram y WhatsApp en Quibdó, Cali, Medellín y Bogotá, principalmente. 

“Estamos haciendo alianzas con unas plataformas digitales para que ellos también se encarguen de vender nuestros productos”, resaltó. 

El coletazo de la pandemia

En una pequeña área de su casa, adecuó su taller desde que inició su negocio. Y allí permanece aún hoy. En la sala tenía un espacio para exhibir de su arte, pero la llegada de la pandemia la obligó a cerrarlo, así como a despedir a las dos mujeres que le ayudaban a pintar y armar los accesorios. 

“La pandemia me afectó mucho porque la bisutería no es un elemento de primera necesidad y la gente, por obvias razones, prefería invertir el dinero en comida. Además, muchos de los insumos que uso debía traerlos de Medellín o Bogotá, entonces fue muy complejo porque no había cómo adquirirlos ni a quien venderle”, expresó. 

Sin embargo, continuó trabajando. A los artículos que hacía les tomaba fotos y los subía a redes sociales. No podía desaprovechar la oportunidad. Sabía que las personas estaban conectadas. 

“Para la época más dura del confinamiento estaba ejecutando unos planes de redes sociales que me había ganado en una convocatoria. Eso me ayudó bastante porque publicitaba mis productos a nivel nacional y mucha gente llegaba, por medio de las redes sociales, a adquirirlos, y yo simplemente los empacaba y se los enviaba”, afirmó. 

Victoria espera, muy pronto, poder abrir una tienda. Quiere que sea un espacio lleno de historias, en el que la gente sienta que está “en un rincón de Chocó Tierra mía”, nombre que le dio a su marca, inspirada en la música y las canciones del Pacífico que ponía antes de adentrarse a crear cuando era universitaria. Aquellas melodías le recordaban que ese territorio era mucho más grande que un escandaloso titular de prensa. 




 

 

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